¿La piel tiene memoria?

¿La piel tiene memoria?

Llevamos décadas escuchando que la piel tiene memoria, pero a pesar de la advertencia, muchos siguen empeñados en creer que no es así y se exponen al sol con una deficiente protección. Conviene recordar que la radiación solar puede causar cáncer de piel, pero también acelera su envejecimiento pues fomenta las arrugas y las consabidas manchas.

En definitiva, proteger la piel resulta fundamental para nuestra salud pues los daños producidos por las quemaduras solares se van acumulando año tras año en la piel y, para colmo, son irreversibles.

Es muy posible que hayas escuchado que cada persona dispone de su propio ‘capital solar’. Así es como denominan los dermatólogos a la capacidad de las células de almacenar daños en su secuencia de ADN. No obstante, puede que llegue un momento –si nos excedemos– en que el daño infligido a la piel sobrepase este límite y se originen enfermedades, desde problemas o lesiones benignas como los léntigos, el melasma o la poiquilodermia hasta lesiones malignas como los carcinomas o más graves como los melanomas.

Por este motivo, es esencial protegerla desde la infancia y no bajar la guardia en momento alguno.


Recomendaciones para proteger la piel

Los bebés y los niños menores de dos años no deben exponerse directamente al sol sin protección bajo ningún concepto. Especialmente en bebés menores de 6 meses, no se les debe aplicar crema solar hasta que –como mínimo– no hayan cumplido los seis meses. Antes de esa edad es preferible no usar los protectores solares dado que tienen una piel muy fina y no están preparados para asimilar los químicos de estos productos solares y podrían aparecer intolerancias.

Por este motivo, conviene decantarse por un producto formulado específicamente para ellos como nuestra Leche Solar FP 50+, con Pantenol y exento de perfume para proporcionar la mejor protección a los más pequeños.

En cualquier caso, y queremos insistir en ello, estos pequeños cuando se encuentren al aire libre no deben permanecer bajo el sol.

Si no queremos comprometer nuestro capital solar y, en suma, padecer lesiones cutáneas que a largo plazo puedan derivar en un importante problema de salud, debemos optar por cremas de protección solar adecuadas y aplicárnoslas correctamente tanto en cantidad como en frecuencia, 2 gramos/cm2 y reaplicar cada 2-3 horas. Además, es preciso tener en cuenta las siguientes recomendaciones:

  • Evitar el sol durante las horas centrales del día – entre las 12 y las 16:00 de la tarde– pues es cuando la radiación resulta más peligrosa.
  • No debemos subestimar los días nublados, pues, aunque no nos lo parezca, el 90 % de los rayos ultravioletas logra traspasar las nubes.
  • Las sombrillas no garantizan una adecuada protección solar. De hecho, según un estudio de la Universidad de Valencia (UV), a través de ellas se filtra un 34 % de la radiación ultravioleta total.
  • Las cremas de protección solar, como las que encontrarás en NIVEA, en una amplia variedad de formatos, son indispensables para garantizar una buena protección, pero no debemos olvidar renovarlas cada cierto tiempo. Tú y los tuyos podréis gozar de la máxima tranquilidad bajo el sol con, por ejemplo, Protege & Broncea Leche Solar FP 50 que proporciona una protección altamente efectiva con efecto inmediato y que, por supuesto, es resistente al agua.
  • Los sombreros anchos, las gorras con visera, gafas o ropa y ropa de baño con protección solar son muy convenientes tanto para adultos como para niños.
  • Aunque estés bronceado, no te confíes pues debes seguir empleando protección solar para proteger la piel de las posibles lesiones cutáneas.

En definitiva, nuestra piel es un delicado órgano cuyo cuidado se vuelve más exigente con ocasión del verano pues es ahí cuando siempre debemos tener a mano la crema solar, además de seguir al dedillo los consejos expuestos.

 

Fuentes consultadas:


dermatóloga

Contenido validado por

Dra. María Agustina Segurado

Especialista en Dermatología