Entrevista con Susan Greenfield

El autismo virtual y la práctica de habilidades interpersonales

El último libro de la neurocientífica Susan Greenfield, Mind Change, muestra cómo las tecnologías digitales hacen mella en nuestros cerebros. Hemos hablado con ella sobre el contacto físico, la neuroquímica y el desarrollo mental de nuestros hijos.

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Contacto físico humano

¿Por qué considera que el contacto físico humano es importante y qué efecto tiene sobre la neuroquímica del cerebro humano, en especial durante los primeros días de vida?

Sabemos que el contacto físico provoca la liberación de endorfinas. Estas son los opiáceos que se producen de forma natural en el cerebro. Sabemos que desde los primeros días de vida, cuando tu madre te acaricia, este contacto físico piel con piel produce una sensación de bienestar a través de estos opiáceos naturales. Ya se han llevado a cabo varios estudios sobre este fenómeno. El dato más interesante que he descubierto es que la boca y las manos son las zonas más sensibles al contacto físico. Si dibujamos un «mapa» de cómo está representado el cuerpo en el cerebro en términos de piel y tacto, las manos y la boca poseen, con diferencia, la mayor proporción de territorio en el cerebro. Dicho de otro modo, son las partes más sensibles. Y resulta lógico: con la boca besamos y comemos, y con las manos podemos percibir con mayor sensibilidad. A mi juicio, eso es lo que sucede también con los bebés en el útero cuando se chupan los dedos o los pulgares; en realidad los están estimulando para que las manos sean las zonas más activas y, por lo tanto, tengan la mayor representación en el cerebro.

“Cuando mi padre murió en 2011, recuerdo que alguien me rodeó con su brazo y ese gesto me ayudó mucho más que mil palabras de ánimo.“

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Interacción humana

¿Qué papel desempeña el contacto físico en la sociedad actual y en la interacción humana diaria?

Creo que tiene una enorme importancia, especialmente si tenemos en cuenta que, en la actualidad —sobre todo en el caso de los jóvenes—, en lugar de estar siempre en la misma habitación e interactuar en persona, nos comunicamos mucho a través de las pantallas. Y creo que ese es el auténtico problema. Es algo que debería preocuparnos. Cuando conocemos a alguien, el contacto es muy importante: le estrechamos la mano, le damos una palmadita en la espalda o en la parte superior del brazo. Dónde y cómo tocamos a alguien, y la duración del contacto, se encuentran estrechamente vinculados al grado de intimidad que tenemos con esa persona: ese tipo de relación es una forma de comunicación muy poderosa. Cuando mi padre murió en 2011, recuerdo que alguien me rodeó con su brazo sin decir nada y ese gesto significó y me ayudó mucho más que mil palabras de ánimo. Estoy segura de que todos nos hemos enfrentado a situaciones en las que rodeamos con los brazos a alguien cuando siente mal. No para hablar con esa persona, sino para reconfortarla. No para hablar con esa persona, sino para abrazarla.

“El cerebro se encuentra en constante evolución y cambio.“

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Autismo virtual

¿Qué consecuencias tiene para el desarrollo mental, en especial de los niños, la ausencia de interacción física debida al creciente uso de dispositivos electrónicos y a la comunicación a través de estos?

Sin duda, una de las grandes cuestiones que nos interesan —en concreto, sobre cómo los dispositivos digitales afectan a los niños— es la capacidad para sentir empatía. En los últimos años, ha aparecido un nuevo término: «autismo virtual». Se dice que si no practicas las habilidades interpersonales, no llegarás a dominarlas, porque solo dominamos aquello que hemos practicado. Resultará muy difícil mirar a una persona a los ojos, sonreírle y abrazarla si no hemos practicado esas habilidades. Cada vez recurriremos más a comunicarnos a través de las pantallas. El «autismo virtual» es diferente del autismo: es un rasgo similar al del autismo que consiste en experimentar dificultades a la hora de empatizar con los demás. La buena noticia es que puede ser reversible. Existe un artículo muy bueno al respecto, en el que se seleccionó a un grupo de preadolescentes —es decir, a jóvenes de 11 o 12 años— que no tenían una buena capacidad de empatía y con habilidades interpersonales muy deficientes, y se les dividió en dos grupos: la mitad de ellos se quedaron con sus dispositivos digitales y a la otra mitad se los confiscaron. Después, los mandaron a un campamento de verano durante cinco días. En esos cinco días, observaron una mejora significativa en sus habilidades interpersonales. Ese resultado demuestra que este problema no es irreversible. El cerebro se encuentra en constante evolución y cambio. Así que, aunque nos dé miedo que los niños tengan un problema de empatía, si hacemos algo al respecto y les ofrecemos un entorno en el que puedan practicar la comunicación en persona, podríamos superarlo.

“Si quieres reducir el tiempo que pasan frente a la pantalla, debes ofrecer algo que resulte más divertido.“

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Habilidades interpersonales

Teniendo en cuenta que las tecnologías no desaparecerán, sino que cada vez tendrán más presencia en nuestra vida y en la de nuestros hijos, ¿cómo podemos abordar esta situación?

Lo peor que podemos hacer es decirle a alguien que no haga algo. Fui fumadora hace muchos años. Lo peor que podía decirme la gente era que dejase de fumar, porque no me ofrecían ninguna alternativa. Entonces, me encontré con esta frase en un libro: «Imagina tener los dientes blancos e imagina poder oler las flores y tener mucho más dinero: ¡son todo ventajas!» Así que, si quieres reducir el tiempo que pasan tus hijos frente a la pantalla, debes introducir algo que resulte más atractivo, más interesante y más divertido. Un padre que me escribió desde Melbourne tenía exactamente el mismo problema con sus hijos. Al final se los llevó a dar un paseo en bicicleta. Me comentó que, cuando estaban en la bicicleta, empezaron a reírse de forma espontánea. Dijo lo siguiente: «Eso es música para los oídos de un padre. Nunca escucho ese sonido cuando están usando la tecnología». Sé que es una tarea difícil para los padres de hoy, porque tienen muchas exigencias y obligaciones diarias. Sin embargo, debemos crear experiencias y actividades para los niños que resulten más satisfactorias y emocionantes que mirar una pantalla. Hay pocas cosas más fascinantes que tener un profundo conocimiento de quién eres, una gran conciencia de identidad y una buena inventiva. Recordad cuando éramos pequeños y gritábamos: «¡Vamos a inventarnos un juego!». Se trata de recuperar ese enfoque. Se trata de darles la caja en lugar del regalo que hay dentro de ella. Creo que ayudar a los niños a desarrollar su mundo interior y su imaginación les resultará mucho más emocionante que disparar a cosas o interactuar con la pantalla o con una imaginación de «segunda mano».

Susan Greenfield

Susan Greenfield

Comendadora de la Orden del Imperio Británico, Miembro honorífico del Colegio Real de Médicos del Reino Unido, Baronesa Greenfield, fundadora y directora ejecutiva de Neuro-Bio Ltd.

La baronesa Susan Greenfield es neurocientífica, escritora y locutora. Posee 32 títulos honoríficos de universidades del Reino Unido y del extranjero, y ha publicado más de 200 artículos en revistas arbitradas. Trabaja principalmente en la Universidad de Oxford, pero también en el Collège de France, París, el Centro Médico de la Universidad de Nueva York y la Universidad de Melbourne.