Muchos de los encuestados manifestaron que su nivel de contacto humano durante la pandemia se redujo tanto en su círculo cercano (familia, parejas o amigos cercanos) como en su círculo externo (colegas, conocidos o vecinos). Más de un tercio comentó que el contacto con el círculo cercano ha disminuido y el 40 % afirmó que el contacto con su círculo externo también se ha reducido. La reducción del contacto con el círculo externo no resulta sorprendente, ya que cada vez más personas se aíslan y limitan el contacto físico a los miembros de su hogar. La reducción del contacto entre los miembros del círculo cercano puede parecer contradictoria en un primer momento, pero cobra sentido si se tiene en cuenta el número de personas que viven con ancianos o personas inmunodeprimidas o de alto riesgo en caso de enfermedad. Además, la mayoría de las personas no viven en la misma casa con sus amigos cercanos. Asimismo, en lugares como Italia, Sudáfrica y Corea del Sur, donde se aplicaron de forma estricta las medidas de confinamiento, se han observado reducciones significativas en la cantidad de contacto dentro de los círculos sociales cercanos y, en especial, en los círculos externos. En Italia, más de la mitad de los encuestados señaló que su nivel de contacto físico con personas de su círculo externo se había reducido desde el año pasado. En Corea del Sur, el 49 % de los encuestados indicó una reducción, y en Sudáfrica, el 46 %. Corea del Sur, en concreto, es digna de mención, ya que, para empezar, mantuvo menos contacto que otros países, lo que supone una reducción aún más drástica.
Sin embargo, resulta sorprendente que casi la mitad de las personas encuestadas afirmase que su nivel de contacto humano durante la pandemia no ha cambiado de forma significativa. El 46 % de los encuestados a nivel mundial manifestó que la cantidad de contacto que experimenta con el círculo cercano no ha cambiado en el último año, y el 51 % declaró que el contacto con su círculo externo tampoco ha sufrido cambios. Para entender los motivos, debemos analizar con más detalle los datos, los cuales demuestran diferencias geográficas considerables en el comportamiento táctil. En Alemania, Australia, Reino Unido y Estados Unidos, el comportamiento táctil ha cambiado menos que en otros países. A pesar de la gravedad de los brotes, un menor número de personas registró cambios en la cantidad de contacto que compartía con su círculo externo, en comparación con otros países. En Alemania, casi dos tercios de las personas indicaron que el nivel de contacto con su círculo externo no había cambiado en el último año. En Australia, Reino Unido y Estados Unidos, más de la mitad de los encuestados respondieron lo mismo. Una posible explicación es que estos países no son culturas «propensas al contacto físico». Gracias a nuestra anterior encuesta global, sabemos que Alemania, Reino Unido, Australia y Estados Unidos son los países menos propensos al contacto físico, lo que justificaría un menor número de cambios en el comportamiento. También cabe la posibilidad de que, en estos países, el escepticismo sobre la gravedad de la pandemia y la necesidad de normas de confinamiento se hayan traducido en menos cambios evidentes en el comportamiento táctil.
Por último, para algunos grupos, el nivel de contacto humano ha aumentado durante la pandemia. Las personas que viven en hogares con, al menos, un niño y los jóvenes de 16 a 19 años presentaron casi el doble de probabilidades de registrar un aumento del contacto en el círculo cercano en comparación con otros grupos. Esto no resulta sorprendente, ya que muchas familias pasan más tiempo juntas en sus hogares. No obstante, los jóvenes y las familias monoparentales también mostraron casi el doble de probabilidades de manifestar un aumento en el contacto con su círculo externo. Según parece, en estos grupos, la necesidad de conexión y contacto humano es mucho mayor que su temor a contraer el virus o a contagiárselo a otras personas, incluso a aquellas de riesgo.
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